- Mensaje de mons. Julián Barrio para el período estival
Ha llegado el mes de julio y con él para muchas personas, -ojalá sean muchas- las ansiadas vacaciones.
El verano es tiempo apropiado para buscar algún descanso, aunque todo siga el habitual ritmo del día a día. Y paradójicamente, cuando llega el verano, la vivencia de la fe se viene abajo en la práctica de muchos cristianos, son muchos los que descuidan la participación eucarística, otros muchos desatienden la oración del día a día.
Refiriéndose al verano y a las vacaciones el Papa Francisco afirmó: “Tómalas–¡de verdad!–. Cambia de ritmo, duerme algo más, lee cosas que te reposen, escucha algo de música, reza más, escucha más la palabra, disfruta en familia… Y todo eso te descansará”.
Disfrutar del tiempo estival, de un tiempo de descanso, no es descansar de Dios sino todo lo contrario: aprovechar que hay más tiempo libre para dedicarlo a esos “asuntos” importantes en nuestra vida: Dios, familia, amigos, crecimiento personal…
Las vacaciones son un medio propicio para cuidar más el alma, dedicando tiempo a la oración, a la lectura de la Biblia, a la participación en la Misa diaria, al rezo del rosario en familia y a otras actividades que dan vigor a nuestro espíritu. Y son un excelente medio para convivir con los demás, sobre todo, con la propia familia, dialogando y compartiendo gozos y alegrías, preocupaciones, penas y proyectos.
Muchos serán los que, aprovechando el tiempo estival, visiten nuestra tierra y se acerquen a la tumba del Apóstol. El Camino de Santiago no se puede interpretar, ni recorrer, sin tener en cuenta la dimensión espiritual. Si esta se perdiera, el Camino se convertiría en una realidad inerte. La ruta que lleva al sepulcro del apóstol nace con la seña de identidad cristiana, subrayando el espíritu penitencial y la conversión. Los peregrinos que llegan a Santiago han de volver calzados con las sandalias de la esperanza.
Ojalá que estas vacaciones sean para todos un momento de armonía y de descanso corporal para seguir construyendo la ciudad de Dios en medio de la de los hombres.